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Después se sentó en uno de los sillones y me hizo sentarme en su pinga, de espaldas y me apretaba las tetillas y me lamía las orejas, llenandome de saliva libidinoso, mientras me metía el pipi aun el fondo, haciéndome sentar con fuerza y culeandome hasta mas no eficacia. Estaba tan atareado con mi admiración personal que ni me di cuenta cuando Jorge se quitó los pantalones, cuando me di cuenta estaba en la cama acostado al lado de J. Su capullo se alojó en mi campanilla, y mi nariz reposó en el mullido colchón de su vello respirando el seductor aroma de su sexo. Una ola de acaloramiento acarició mi piel. Me dijo que le comiese un poco la cabo del cipote, y así lo hice, para darle la espalda de nuevo y dejarme penetrar…. Coincidimos entonces en lo de los deseos.

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